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Jazzclub

5 AM: entre Sol y Tirso de Molina, Madrid. Cuando la noche se evapora, una mujer pide monedas y comienza a seguirnos. Vamos cuesta abajo sin frenos. Chocamos con un hombre de traje blanco y sombrero. Conversamos junto a su coche (blanco) mientras él intenta ligarse a nuestra sombra femenina.

La mujer se esfuma. El tipo del traje blanco y sombrero afirma que se dedica a estudiar el modo de ocio de los jóvenes y propone ir a un sitio cercano llamado Jazzclub, céntrico pub clandestino. Para entrar hay que avisar por teléfono y decir una contraseña en el portal. A pesar del secretismo, no sentimos desconfianza (tasa % gluglú) y aceptamos la invitación. La noche se solidifica.

Carpanta es la contraseña del misterioso garito, ubicado en un tercero. Subiendo las escaleras, el hombre de blanco me suelta 50 euros e indica que dentro no le conocemos de nada (ok, sin miedo tasa % gluglú). En la entrada aguardan un par de tipos cuyas miradas descubren a dos chavales con peonzas en lugar de cabezas.

La barra está en el recibidor. El hombre de blanco recuerda sus 50 euros y solicita que su copa la pague yo. Buscamos acomodo con los ojos de los guardianes clavados como punteros láser de francotiradores. Ambiente cromático de rojos oscuros apagados. Burdeos, granate, sangre… ¿entrañas? Imagino estar en el nivel 4 de Super Ghouls'n Ghosts (The Ghoul's Stomach) pero suena electrónica minimalista… Oh, no.

Saltan las alarmas. Continuamos siendo vigilados, pero la bendita tasa % gluglú ha bajado. Que si la curiosidad mató al gato, nos harán daño, terminaremos cuarteados... Momento de ir al baño a mear y planear la salida, generando cola de jazzclubers en el pasillo. Que piensen sucio sobre nosotros.

Simple paranoia, los porteros sonríen ampliamente ante nuestra marcha, como si augurasen un par de collejas al hombre de blanco, que también financia nuestro desayuno y aún sobra dinero.

De todas formas, no he contado lo verdaderamente importante. Cuando el hombre de blanco habló del Jazzclub, yo lo conocía, no recordaba los detalles pero sabía de su existencia, pues un año antes había recibido estos mails:

MAIL 1

"Te decía lo del bar cerca de la plaza mayor pq si no lo conoces, de verdad, tienes que verlo. soy un entusiasta de los bares, desde los pubs ingleses tipo años 60, a los de taxistas, pasando por los bingos.... las discotecas no las soporto, pero alguna vez me ha tocado ir. el bar se llama JAZZCLUB, y es un primer piso. en la calle dr. cortezo (donde los cines ideal) en la acera opuesta a los cines, no recuerdo el número, pero debe de haber tres o cuatro portales nada más, mira en los telefonillos hasta q veas el nombre del bar. llamas y, si no te dejan entrar, di que vas de parte de matías (no soy yo, y seguro que a él le da igual que digas q vas d su parte. es un tío que pincha ahí). el dueño se llama jose luis y es un tío pesado que toca en un grupo aún más pesado. el sitio es increíble, de verdad. en fin de semana nunca he ido. puede q esté lleno. si algún día te apetece pásate. yo no pienso volver en mi vida."

MAIL 2

"¿Te dije que no volvería más? anoche estuve en el jazzclub. los tipos que me llevaron --los conocí anoche en otro bar, decían que eran guionistas de gran hermano (!)--, llaman al jazzclub "el infierno de cabeza". la verdad es que es un sitio flipante, pero no vayas en finde semana porque no te van a dejar entrar. por lo visto hay que llamar antes a un teléfono móvil, sé que parece como de coña, pero son unos tíos rarísimos. anoche estaba lleno de tías de taitantos, de coca hasta las cejas que se te quedaban mirando como si pidieran ser rescatadas de arenas movedizas. el infierno de cabeza. ja. digo que no voy a volver porque es ese tipo de bar. siempre que sales dices que no vuelves. y luego te encuentras ahí como un gilipollas. no tiene nada de misterioso: es un bar que está en un piso y que van de exclusivistas. la decoración y la música, muy buenas. y la gente q va. hace no muchos años había otro de este estilo por lavapiés que se llamaba el marlin. en ese bar había un tío que se sentaba en la barra, miraba hacia arriba, se ponía un tercio en la frente, y se tiraba así toda la noche. te lo juro."

Y allí fuimos a parar. Regresamos otras noches, pero Carpanta había caducado. No más ley seca, son un club privado.

hombre-vestido-de-blanco

#Casualidades #PERSONAL